27 de agosto de 2009

San Francisco

He vuelto....y !he vuelto con todo!

Esta vez les voy a hablar de San Francisco, ciudad que, a pesar de la cantidad tremenda de turistas en esta época del año, es un placer visitar. El Adriancito y yo fuimos por un fin de semana solamente y, aunque el tiempo fue corto, pudimos ver muchas cosas. Acá va un buen itinerario para dos días --nonstop-- en la capital gay.

Primero, hay que tomar en cuenta el vestuario. San Francisco es frío, incluso en verano, así que llévense un buen rompevientos y una bufanda porque el aire pega en la cara que es un contento. Durante el día sale el sol, y a veces hasta hace calor, así que el rompevientos es práctico por ligero y quitapón. La bufanda es opcional, pero sí ayuda.

Union Square

El sábado por la mañana llegamos a San Francisco directamente a la zona más céntrica, cerca de Union Square. Hay muchos hoteles en esa área con un rango de precios bastante amplio, desde el hostal estudiantil hasta un hotel de lujo. La zona también está muy bien conectada y no vale la pena alquilar un auto (San Francisco tiene un espacio muy limitado para estacionarse y los estacionamientos públicos son caros y preciadísimos), lo mejor es comprarse un pase de uno, dos o tres días (o más) para viajar en el MUNI, la red de autobuses y tranvías de la ciudad. La red del MUNI es excelente, siempre hay autobuses y tranvías pasando cerca, y circulan de las 4 ó 5 am hasta la 1 am, así que no hay pretexto, transporte rápido y fácil hay hacia cualquier punto de la ciudad.

Tranvía

Antes de salir a pasear, fuimos a Cafe Mason (320 Mason St.), cerca de Union Square. El restaurante tiene comida muy buena, sana y a un precio módico, les recomiendo las crepas de marsicos... de-li-cio-sas. Después de comer, fuimos a comprar un pase del MUNI en Union Square y quisimos subrinos al famoso tranvía, pero --!oh, sopresa!-- la parada de Union Square tenía una fila interminable. Todos los turistas que acabábamos de comprar nuestro pase queríamos "estrenar" el tranvía, así que decidimos andar por Powell Street y seguir hasta otra parada. Caminamos bastante y, como la ciudad tiene muchas colinas, las piernas casi se nos deshacen, pero finalmente pudimos tomar el tranvía cerca del barrio chino. Fuimos hasta Lombard Street; su particular curvatura la hace una de las calles más famosas de la ciudad. Vale la pena tomarse la foto en Lombard St.; está llena de flores y los carros pasan por el puro placer de doblar las "curvas peligrosas". Desde allí también se puede ver la Coit Tower, uno de los puntos más altos de la ciudad y con una de las mejores vistas de San Francisco.

Lombard Street

De allí, tomamos el tranvía para ir hacia la zona del puerto, donde se ubica Fisherman's Wharf y el Museé Mecanique. El museo está abierto al público hasta las 7:00 de la tarde y es gratuito si no quieren ver el interior de los barcos históricos. Las embarcaciones que han reconstruido datan desde finales del siglo XVII (si no me equivoco) y, aun si no se ven por dentro, inspeccionar los exteriores y pasear por la calle del museo está muy bien.

Museo del puerto

Del museo a Fisherman's Wharf es menos de una cuadra. Fisherman's Wharf es el alma del puerto; hay muchas tiendas, restaurantes, espectáculos callejeros y gente caminando por la calle. También de allí se toman los tours para ir a Alcatraz. Según los lugareños, si no te comes una sopa de almeja de Fisherman's Wharf entonces no has visitado San Francisco. Con toda la pena del mundo, pero no comí sopa por una razón muy sencilla: no tenía hambre cuando pasé por allí. Además de que estaba lleno de gente y caminar era difícil. Sin embargo, pasamos por una tienda que nos gustó mucho: The Candy Barrell. Es una dulcería a granel, y en cuanto llegas te dan un canastito para que agarres lo que quieras, allí compramos nuestros dulces y nos comimos unos cuantos en el camino hacia el tranvía.

The Candy Barrel

De Fisherman's Wharf fuimos al Embarcadero, el cual ya no funciona como centro mercantil, sino que lo han transformado en un mercado chic con panaderías, cafés, restaurantes y una vista al mar espectacular. Allí nos sentamos a tomar un café y descansar un rato...ahhhh!!!! la mar!
Media hora después estábamos listos para seguir. Ya eran las siete de la tarde y queríamos ir al museo de Arte Contemporáneo, pero como cerraba a las 7:45 y el tiempo ya estaba encima, decidimos no tomar el tranvía y caminar por las calles con rascacielos del Financial District; el distrito financiero es un área con un aire muy europeo y se conecta con Union Square, así que hicimos el tour "en redondo". Paramos un rato en el hotel y nos preparamos para ir a cenar.

Vista desde Embarcadero

En San Francisco la comida es excelente, hay de todo para todos. Decidimos ir a un restaurant llamado Kuleto's (221 Powell St). La espera era de 45 minutos, por lo que dejamos nuestro nombre y salimos a dar otra vuelta. Hay muchas galerías alrededor y varias estaban todavía abiertas aunque eran ya las nueve de la noche. Entramos a una donde exhibían pinturas y bocetos de Chagall, Picasso y Miró... !nada mal! Precisamente, uno de los puntos que me gustaron más de San Francisco es que no importa la hora que sea, siempre hay algo para hacer.

Después de ver la galería enfilamos de nuevo hacia Kuleto's. Basta y sobra decir que esos 45 minutos de "espera" se vieron bien compensados. La comida del lugar es espectacular; muy fresca y con un servicio de primera. El menú tiene precios variados y aunque se tenga un presupuesto bajo, hay que pasar de perdida por una botana o un postre. En Kuleto's todo se prepara desde cero y varían el menú dependiendo de la temporada. Además, tienen una buena selección de vinos....una copa después de haber caminado durante el día no le hace mal a nadie. Una vez acabada la cena caminamos otro poco y nos fuimos a dormir, todavía quedaba el domingo y !mucho por recorrer!

Calle en el barrio chino

El domingo nos tomamos un un café y !a caminar! Empezamos con el barrio chino. La mañana de domingo en el barrio chino es genial. Hay panaderías, cafeterías, tiendas, templos, plazas y calles con gente comiendo, hablando, bebiendo té, haciendo tai-chi o meditando. Los cafés sobre todo son interesantes porque parece que allí se desarrolla gran parte de la rutina matutina. El té verde se evapora mientras la gente habla o lee el periódico mientras come un buen pan dulce. Nosotros pasamos por la primera fábrica de galletas de la suerte de San Francisco (56 Ross Alley), la cual sigue funcionando como cuando comenzó en 1909; las galletas se siguen haciendo a mano y son solo tres mujeres las que se dedican a doblar la masa de las galletas. Por cierto, allí supimos que las galletas de la suerte se inventaron en San Francisco, no en China, y se hicieron para que el jardín japonés de la ciudad las vendiera con el té.... Bueno, igual nos compramos un paquetito de galletas de la suerte (pseudo) chinas por un dólar.

Tranvía

Seguimos el paseo en tranvía y paramos en el barrio The Mission, el cual tiene influencia colonial española. Tal como su nombre lo dice en The Mission hay tres asentamientos misioneros de la época de la conquista. El edificio más antiguo, y también el más céntrico, es Misión Dolores (Dolores y 16th St.), está abierto al público y la basilica ofrece misas en inglés y español. Si se sigue caminando por la calle Dolores se topa con Guerrero, donde está una de las reposterías más conocidas del área: Tartine Bakery. Especialmente los domingos hay una fila enorme para entrar a la cafetería, pero, como ya lo he dicho, vale la pena esperar. El pan está recién hecho y es buenísimo. Los chefs de Tartine prueban recetas muy seguido y tienen variedad; ¿lo que nosotros pedimos? morning bun, budín de pan y bola salada de queso.... !espectaculares!!! Nuestro pedido fue para llevar y caminamos una cuadra hacia Mission Park donde hicimos un picnic y de allí seguimos en tranvía hacia el barrio The Castro.

Castro Theatre

The Castro es el barrio gay por excelencia (si vieron la película Milk, podrán recordarlo). El icónico cine Castro (429 Castro St.) es el centro de la zona y está casi enfrente de la Harvey Milk Plaza. En la calle Castro las banderas multicolores se despliegan por todos lados, y los domingos por la mañana se respira un ambiente de brunch y relax total. Se camina por las calles de lo más tranquilo y tomarse una mimosa en alguno de los muchos cafés que ofrecen el brunch dominical es una buena idea. También hay que ver los escaparates de las tiendas en la calle Castro, tienen cosas bastante interesantes.

Jardín japonés

De The Castro está cerca el barrio japonés; en un autobús se llega muy rápido. El barrio japonés tiene un centro cultural que también sirve como pequeño centro comercial. Si les gustan las mangas, los juguetes de Sanrio, el té de tapioca y el sushi, entonces hay que visitar el centro japonés (1625 Post St.). El lugar conjuga lo moderno con lo antiguo y uno puede pasar mucho rato viendo mercancía japonesa original. Les aconsejo que pasen por la tienda de inciensos Kohshi, les darán una buena clase de incienso japonés, además las esencias son muy finas y tienen un buen precio (alrededor de 5 dólares un paquete con 30 varillas).

Golden Gate

Y ahora sí, si se habían preguntado dónde quedó el Golden Gate, pues ha llegado la hora. Tomamos dos autobuses desde el barrio japonés para llegar al puente, tardamos como una hora para llegar y cuando nos bajamos del segundo autobús el viento nos pegó brutalmente en la cara, pero después de unos minutos pudimos ver el puente colgante. La ciudad se ve desde el puente y, si tienen tiempo y ganas, pueden cruzar e ir hacia el parque más grande la ciudad. También pueden recorrer el puente en bicicleta; nosotros optamos por caminar hasta la mitad y después fuimos al parque en autobús (ya para ese momento, decaían los ánimos para caminar....jajaja). Ah! no sin antes pasar por la zona del Exploratorium y Palacio de Bellas Artes, que tienen una arquitectura impresionante.

Vista desde el puente

Bien, de vuelta al parque; es muy grande y se divide en varias secciones, por lo que si no hay mucho tiempo, hay que escoger. Nosotros fuimos al jardín japonés y al teatro al aire libre, donde también hay algunos pintores y artistas plásticos exhibiendo su obra. También allí está el museo de ciencias, pero a las cinco de la tarde en domingo ya está cerrado. Del parque tomamos otra vez el autobús para ir a la zona de Yerba Buena, donde se encuentran dos museos muy grandes, el de Arte Contemporáneo y el de Arte Judío. También está el centro cultural Yerba Buena, cuyos jardines y salas de arte conectan la zona. Por desgarcia, los domingos los museos cierran temprano (5:45 pm) por lo que no pudimos ver ninguno, pero !nos queda un buen pretexto para volver! De cualquier forma, recorrimos los jardines y vimos la moderna arquitectura de la zona.

Museo de Arte Contemporáneo (SFMOMA)

Con eso y una cena en Cafe Mason (sí, repetimos) cerramos el domingo en San Francisco, con muchas ganas de volver y ver más con calma. Sin duda, la ciudad tiene mucho que ofrecer y si van por allá tómense el tranvía y recorran, recorran, recorran... adonde vayan habrá sorpresas.