24 de diciembre de 2006

Felices fiestas!!

A todos los bloggeros:


Que pasen una feliz navidad y que el 2007 les traiga mucha salud, éxito, felicidad y, más que nada, historias para seguir leyendo.

Un abrazo:
A.

22 de diciembre de 2006

Dulce navidad

Nada como ver los preparativos de la navidad desde lejos, y lo digo porque este año me tocó estar en la barrera, no en el ruedo. Este diciembre no regresé a casa para pasar las fiestas, por lo que no tuve que comprar regalos como desaforada, ni buscar estacionamento en el centro comercial, ni ir al súper exageradamente... Nada. Fue de lo más simple. Adrián, unos amigos, yo, una cena casual y sin regalos. Ya está.

Eso sí, por primera vez, pude observar el espíritu navideño de cerca y me pareció de lo más fascinante. Es una histeria colectiva terrible; la paz y el amor, se convierten, y no en contadas ocasiones, en odio aguerrido, en alaridos y discusiones interminables. A unos días antes de la gran celebración, la gente se ataca en el mall si no encuentra el tan ansiado XBox, el Ipod o la última versión del Chocolate. El cataclismo está en todas partes, incluso en la oficina de correos, a la cual fui el martes pasado con el fin de enviar una revistas que no tenían nada que ver con la época.

Pobre ilusa, se me ocurrió enviar el paquete justo una semana antes del 24. La fila en el correo era interminable y la gente estaba deseperada porque deseaba enviar sus regalos o tarjetas. Pude haberme ido en el mismo instante en que crucé la puerta de las oficinas, pero no lo hice porque le prometí a la destinataria de las revistas que se las enviaría ese día. Así que apechugué y me mantuve firme en la fila. La espera hasta me resultó divertida, !quién lo hubiera pensado!

Antes de mí había cuatro personas: un asiático, un gringo y una italiana con su esposo gringo también.

El asiático.

Llevaba en sus manos, por lo menos, 50 tarjetas de navidad.
-Quiero enviar esto por correo prioritario- le dijo a la señora que atendía el mostrador.
-Qué? Pero.... son más de veinte tarjetas señor. Sabe que por correo prioritario le va a costar como 150 dólares, verdad? Además, tenemos tanto trabajo que muy posiblemente no lleguen el lunes 25.
-!!!!No importa!!! Si regreso con ellas a casa mi esposa me va a matar. !Por favor, véndame las estampillas o haga algo!
El hombre estaba a punto del ataque nervioso y la mujer, al verlo así, ni se la pensó.
-Tome, acá están las estampillas especiales para correo rápido. Suerte... NEXT!

El gringo.

Caja en mano con un montón de sobres de distintos tamaños.
-Necesito sellar estas cartas.
-Mmm... a usted lo he visto aquí ya tres veces en estos dos días. Cierto?
-!Oh yes! He venido más de una vez.
-Pues, señor, ya ve la fila y, espero que no se ofenda, pero... Le puedo dar el sello para que usted mismo selle las cartas? Es facilísimo y así puedo atender a otras personas.
-Suuuuuuuuuuuuure! No problem.
-Excelente, tome, acá está el tintero..... NEXT!

La italiana y su gringo.

Una caja enorme y varias cajas pequeñas, algunos sobres. Habla la italiana.
-Queremos enviar todo esto por correo prioritario y con el sello que garantice que llegará el día 25 por la mañana.
-Eeeeerrrrr.... Podemos enviarlo por correo prioritario, pero no podemos garantizarle que llegue por la mañana. Hay DEMASIADOS paquetes en circulación.
-Qué??? Esto no es posible!!! El correo americano es una !"·%&/(@@@!!!
-Pero, señora, tranquilícese, esto no depende de mí y se lo advierto ahora para que no haya problemas más delante.
-Qué estupidez! Qué no puede hacer nada?
-No, señora- la mujer del mostrador respira y cuenta hasta 10.
-Esto apesta!
-Quiere enviar sus paquetes o no, señora? -la mujer del mostrador está a punto de pegarle una cachetada a la italiana.
-Pues sí, ya qué, no hay más, qué le vamos a hacer, este servicio, no es como en Europa.
-No, no es como en Europa, así es.... me va a dar el paquete?

Le van dando los paquetes de uno en uno. De repente, el gringo saca un paquete delgado y se lo da a la mujer del mostrador.
-Qué es eso, Trevor?
-Eh... What?
-Ese sobre. No lo conté cuando salimos de la casa.
-Es una película.... para mi mamá.
-Quéeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee? Desde cuándo le compras a tu madre películas?
-Bueno, es un regalo de navidad, eso es todo. Es Casablanca, a ella le gusta.
-Pero, pero, pero.... cómo a tu madre le envías la película que a ELLA le gusta y a la mía no aceptaste enviarle lo que yo quería.
-Honey, lo que querías enviarle a tu madre era mucho más caro. Esto es... Casablanca, una película que costó 20 dólares.
-Casablanca... Stupid movie... It's just a stupid movie... and you're stupid as well.
Silencio sostenido.
-Sólo entrégale los paquetes a la señora y vámonos, cariño.

(Para este momento, los que estábamos detrás de ellos no sabíamos para dónde voltear, creo que a todos nos dio vergüenza ajena)

-Cuánto va a ser? -Preguntó el gringo con la cara más roja que un tomate maduro.
-60 dólares, señor.
-Bien, tome. Feliz navidad.
-Igual para usted.
-Vámonos, Lisa.
-Stupido! Stupido!
-NEXT!

Seguía yo, la única desconectada del planeta Navidad y que, por lo tanto, desentonó la escena.
NEXT!

Y así fue la visita al correo, en medio de pasiones desorbitadas y cachetazos contenidos.... Ah! Qué linda, qué blanca, qué dulce navidad.

A.

16 de diciembre de 2006

Una de uñas

Ya van dos o tres personas que me dicen que si me da flojera el blog o qué y que por qué no he escrito nada. No amigos, el blog jamás me dará flojera, pero el final de semestre me tenía a mil por hora y por eso no había "posteado " nada; pero hoy vuelvo prometiendo más blog y menos excusas, ok? Bien, comencemos.


En vista de que pronto iré a una boda y que mis manos son un desastre completo, decidí ir a hacerme algo, cualquier cosa, que mejorará el aspecto fatal de mis uñas. Sin embargo, no sabía a dónde ir, ya que, como buena inmigrante, jamás me había parado en los salones de belleza de este lado de la frontera. "Ah no! Para cortarme el pelo, sólo en México (Argentina, Chile, Colombia, España....). "Para un tinte sólo en los salones de México (Ecuador, El Salvador, Brasil, Venezuela, Costa Rica...)." "Acá es muy caro y no hacen nada bien". Mis amigas -inmigrantes también, obvio- y yo debatimos los costos de la belleza y nos hemos rehusado, más de una vez, a siquiera preguntar el costo de un despunte. Todo menos serle infiel al esteticista de nuestro país.

Y así nos mantenemos un año, incluso dos, con los pelos de bruja y los pies de gavilán pollero, esperando el feliz momento de regresar al terruño para gastar en los pelos, la cara, las manos, las cejas y las pestañas . No obstante, llega un momento en la vida en que es imposible no caer en las redes de la belleza del acá. Tarde que temprano todos preguntamos con cierta timidez por un lugar -no muy caro y muy bien hecho- donde encontremos la hermosura ya perdida en las puntas desquebrajadas y las cejas despeinadas.

Así que, como que no quiere la cosa, le pregunté a una colega dónde se había hecho una manicure. "Ah! Tengo una tarjeta. Toma. En ese lugar dan un buen precio y son rápidos".
Mason's. The SPA for nails.
"Ah bueno. Algún día iré. Gracias".

Claro, no pasó tanto tiempo, fue cuestión de dos días para pararme en Mason's. Fui después del trabajo un viernes, pensando que no habría mucha gente. Error, el lugar estaba lleno. Las seis estaciones de pedicure estaban ocupadas y las chicas que atendían el lugar, todas ellas vietnamitas, se veían suamente apuradas.
"Uy, esto se va a tardar mil horas", pensé, pero en eso salió una de las chicas: "Can I help you?" (con un acento que me fue casi imposible entender). "Sorry?"
"What you want?"
"Ah oh... nails?"
"Yes, just a second"
"I can comeback tomorrow if you're busy"
"No no no no no no no"

Ok. Me senté y abrí una revista pensando que había cometido el peor de mis errores. Aún así me quedé y ya cuando me disponía a leer la última de Britney, se me acercó otra chica: "Ready?"Me dijo dónde sentarme y comenzó. No habían pasado más de dos minutos desde que había llegado al lugar. La que me atendía, Daisy, me vio las manos y le dijo a la que estaba al lado no sé qué cosa, pero muy probablemente le diría: mira ésta con esas manos. Las risas de la compañera no se hicieron esperar. Por mi parte no sabía si reirme o llorar, pero decidí callarme y observar.

El ambiente era de lo más ecléctico. La música de fondo era de Juan Gabriel en la versión de Di Blassio, con clientela de todos colores y las voces de las chicas vietnamitas hablando en su propio idioma. Los que estábamos en el local éramos sumamente diferentes, pero a todos nos unían las uñas.

Estuve ahí una hora, en la cual llegaron siete personas a pedir manicure, pedicure, masaje para las manos o los pies. A todos se les atendió, a pesar de que el lugar estaba a reventar, y había sólo ocho chicas atendiendo. Era sorprendete la capacidad de las vietnamitas. Muy organizadas y muy eficientes. No dejaban que ni uno solo se fuera del salón, todos recibimos la misma atención y, lo que es más, todos salimos contentos, con la sonrisa de oreja a oreja.

Debo admitirlo, nunca antes había quedado tan satisfecha con un servicio de uñas. Seguramente volveré porque, además, fue barato. Las vietnamitas son lo máximo, por algo tienen el monopolio de los "Spas de uñas" acá en Houston.

Amigos, me declaro culpable, he caído en las redes de la belleza en el extranjero y... -!Oh! Venus !Oh! David -.... comienza a gustarme.

A.