16 de diciembre de 2006

Una de uñas

Ya van dos o tres personas que me dicen que si me da flojera el blog o qué y que por qué no he escrito nada. No amigos, el blog jamás me dará flojera, pero el final de semestre me tenía a mil por hora y por eso no había "posteado " nada; pero hoy vuelvo prometiendo más blog y menos excusas, ok? Bien, comencemos.


En vista de que pronto iré a una boda y que mis manos son un desastre completo, decidí ir a hacerme algo, cualquier cosa, que mejorará el aspecto fatal de mis uñas. Sin embargo, no sabía a dónde ir, ya que, como buena inmigrante, jamás me había parado en los salones de belleza de este lado de la frontera. "Ah no! Para cortarme el pelo, sólo en México (Argentina, Chile, Colombia, España....). "Para un tinte sólo en los salones de México (Ecuador, El Salvador, Brasil, Venezuela, Costa Rica...)." "Acá es muy caro y no hacen nada bien". Mis amigas -inmigrantes también, obvio- y yo debatimos los costos de la belleza y nos hemos rehusado, más de una vez, a siquiera preguntar el costo de un despunte. Todo menos serle infiel al esteticista de nuestro país.

Y así nos mantenemos un año, incluso dos, con los pelos de bruja y los pies de gavilán pollero, esperando el feliz momento de regresar al terruño para gastar en los pelos, la cara, las manos, las cejas y las pestañas . No obstante, llega un momento en la vida en que es imposible no caer en las redes de la belleza del acá. Tarde que temprano todos preguntamos con cierta timidez por un lugar -no muy caro y muy bien hecho- donde encontremos la hermosura ya perdida en las puntas desquebrajadas y las cejas despeinadas.

Así que, como que no quiere la cosa, le pregunté a una colega dónde se había hecho una manicure. "Ah! Tengo una tarjeta. Toma. En ese lugar dan un buen precio y son rápidos".
Mason's. The SPA for nails.
"Ah bueno. Algún día iré. Gracias".

Claro, no pasó tanto tiempo, fue cuestión de dos días para pararme en Mason's. Fui después del trabajo un viernes, pensando que no habría mucha gente. Error, el lugar estaba lleno. Las seis estaciones de pedicure estaban ocupadas y las chicas que atendían el lugar, todas ellas vietnamitas, se veían suamente apuradas.
"Uy, esto se va a tardar mil horas", pensé, pero en eso salió una de las chicas: "Can I help you?" (con un acento que me fue casi imposible entender). "Sorry?"
"What you want?"
"Ah oh... nails?"
"Yes, just a second"
"I can comeback tomorrow if you're busy"
"No no no no no no no"

Ok. Me senté y abrí una revista pensando que había cometido el peor de mis errores. Aún así me quedé y ya cuando me disponía a leer la última de Britney, se me acercó otra chica: "Ready?"Me dijo dónde sentarme y comenzó. No habían pasado más de dos minutos desde que había llegado al lugar. La que me atendía, Daisy, me vio las manos y le dijo a la que estaba al lado no sé qué cosa, pero muy probablemente le diría: mira ésta con esas manos. Las risas de la compañera no se hicieron esperar. Por mi parte no sabía si reirme o llorar, pero decidí callarme y observar.

El ambiente era de lo más ecléctico. La música de fondo era de Juan Gabriel en la versión de Di Blassio, con clientela de todos colores y las voces de las chicas vietnamitas hablando en su propio idioma. Los que estábamos en el local éramos sumamente diferentes, pero a todos nos unían las uñas.

Estuve ahí una hora, en la cual llegaron siete personas a pedir manicure, pedicure, masaje para las manos o los pies. A todos se les atendió, a pesar de que el lugar estaba a reventar, y había sólo ocho chicas atendiendo. Era sorprendete la capacidad de las vietnamitas. Muy organizadas y muy eficientes. No dejaban que ni uno solo se fuera del salón, todos recibimos la misma atención y, lo que es más, todos salimos contentos, con la sonrisa de oreja a oreja.

Debo admitirlo, nunca antes había quedado tan satisfecha con un servicio de uñas. Seguramente volveré porque, además, fue barato. Las vietnamitas son lo máximo, por algo tienen el monopolio de los "Spas de uñas" acá en Houston.

Amigos, me declaro culpable, he caído en las redes de la belleza en el extranjero y... -!Oh! Venus !Oh! David -.... comienza a gustarme.

A.

4 comentarios:

Kickapú dijo...

Yo una vez fui a una estética donde había puras =%"@*! chinas. Era una emergencia porque a mi Jaime o a mi Héctor (mis estilistas viven en México, obviously) -como a Duvalín- no los cambio por nada.
Las lombrices come arroz esas me trasquilaron el pelo horrible. Viví con cachucha varias semanas.

Anónimo dijo...

Great! Post de regreso y resulta ser una banalidad en la que puedo comentar algo idiota sin verme mal!! =)

Fascinante punto el que tocas, querida. Sí, es cosa cultural esa de no cortarse el pelo en países extranjeros? Ahora que lo mencionas, conozco muchos casos de personas cuya agenda SIEMPRE incluye un corte de pelo mientras están en el país...

Uñas, otro punto importante. Sé que el emporio lo tienes las orientales; como dice Kickapú, imagino que de tanto comer arroz no hay cómo tenerlas lindas de manera natural! jajaja, KERATINA!

Ahora, yo incluyo: pestañas. No he encontrado dónde hagan un permanente de pestañas decente.....

Yo neta sí quisiera poder pararme de pestañas! jajaja

A. dijo...

No Kickapú, es que las asiáticas son especialistas en uñas, no en pelo.

Así es Prístina, esto de la belleza es todo un punto cuando estás fuera... jajaja. Y sí, siempre que voy a México, la estética está en la agenda!.

A.

Unknown dijo...

Hum... le podrías decir a tus amigas de las uñas que vengan a poner una sucursal acá en mty ???
=)

Saludos!
Tony =)