22 de noviembre de 2006

Recordando a Memelovsky

Hace unos días platicaba con Ceci sobre unos exámenes que poco a poco me han ido secando el cerebro durante el semestre -por cierto, hoy celebro que ya se acabaron-, pero esa es otra historia. Bien, Ceci me preguntó qué examen me tocaba presentar y le dije: Latinoamericana. A lo que Ceci contestó: Memelovsky. Después de esa palabra, cual Proust con sus madalenas, recordé a nuestra profesora de literatura latinoamericana en Barcelona, la memorbale: Memelovsky. Francamente de su nombre real no me acuerdo, pero su imagen instituyó su apodo .

Sólo quítenle el bigote y la podrán ver en todo su esplendor

La profesora entró al salón el primer día de clases y al verla, Nadia dijo: Pero si ésta está igualita al profesor Memelovsky. Ésta va a ser la "Meme". Ceci y yo nos atacamos de la risa y a partir de ese momento pasamos las aburrídimas horas de clase dibujando caricaturas de Memelovsky y escribiéndonos recaditos de contenidos varios.

En la clase no aportábamos mucho, no porque no nos gustaran las lecturas, sino porque la materia era fumada hasta más no poder. La literatura latinoamericana parecía algo incomprensible para los compañeros y el realismo mágico se quedaba corto ante los raros y exhaustivos análisis de Memelovsky. Sin embargo, llegó el día en que leímos el Axolotl de Julio Cortázar.

"Hubo un tiempo en que yo pensaba mucho en los axolotl. Iba a verlos al acuario del Jardín des Plantes y me quedaba horas mirándolos, observando su inmovilidad, sus oscuros movimientos. Ahora soy un axolotl"

--Entonces, ¿qué es el axolotl?--- preguntó Meme
--Es como un insecto-- dijo uno
--Que no, hombre, que no. Que es un anfibio-- dijo otro
--No! Es un animal fantasmagórico en el que se mimetizó el autor-- uno más.

"En la biblioteca Saint-Geneviève consulté un diccionario y supe que los axolotl son formas larvales, provistas de branquias, de una especie de batracios del género amblistoma. Que eran mexicanos lo sabía ya por ellos mismos, por sus pequeños rostros rosados aztecas y el cartel en lo alto del acuario".

-- El axolot es un ser de ficción que se inventó el autor para hacer el cuento--
--Sí, sí, justamente-- contestó Meme-- puede ser el pre-texto (no, no pretexto) del argumento.

No pude más. Tímidamente levanté la mano, cosa que jamás hacía el resto de los compañeros de clase.
--¿ Sí?
--No, este.... Sólo quería decir que el axolotl, o ajolote, es un animal muy feo y que sí existe, no es de mentiras. En todo caso, el narrador y personaje principal se identifica con el axolotl porque se siente diferente, como extranjero. Y, si quieren ver un ajolote, pueden ir al Museo de Ciencias de Barcelona y ahí hay uno. No creo que el texto tenga tanto misterio.

"Parecía fácil, casi obvio, caer en la mitología. Empecé viendo en los axolotl una metamorfosis que no conseguía anular una misteriosa humanidad".

Silencio total. Sentí las miradas sobre mí. Estaba petrificada. No quería mover mis ojos ni un milímetro porque sabía que todo estaban mirándome. Ni siquiera quise alzar la vista para ver a Meme, quien no había pronunciado ni una palabra.

En cuestión de dos palabras me había convertido en un ajolote: mexicano, incomprensible, fantasmal y horrible.

"Los imaginé conscientes, esclavos de su cuerpo, infinitamente condenados a un silencio abisal, a una reflexión desesperada. Su mirada ciega, el diminuto disco de oro inexpresivo y sin embargo terriblemente lúcido, me penetraba como un mensaje: «Sálvanos, sálvanos»"

"Sálvenme, sálvenme".

--¿Ah sí?-- Pensé que no eran reales-- dijo Meme. --Bueno, analicemos otra cosa.

Y cerró el tema.

Nadia me pasó un papelito: "ÓRALEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE"

Sentí la mimesis. Era la extranjera de acento "chistoso", con rasgos aztecas y con branquias en lugar de nariz. Era aquélla que se podía ver a través de una vidriera y resultaba un espécimen de estudio. Era el ajolote viviente.

"El horror venía -lo supe en el mismo momento- de creerme prisionero en un cuerpo de axolotl, transmigrado a él con mi pensamiento de hombre, enterrado vivo en un axolotl, condenado a moverme lúcidamente entre criaturas insensibles".

Nunca más volví a hablar en el aula. Al contrario, dejé que Memelovsky y los compañeros se inventaran su propia América Latina. Sí, una Latinoamérica llena de entes -de los cuales yo misma formaba parte- creados por Donoso y García Márquez. Una Latinoamérica que se había parado en la literatura escrita en los setenta. Una Latinoamérica irreal, ficticia y cómoda.

"Ahora soy definitivamente un axolotl, y si pienso como un hombre es sólo porque todo axolotl piensa como un hombre dentro de su imagen de piedra rosa"

!Ay Meme! Me pregunto qué lecturas enseñarás ahora...

A.

7 comentarios:

Heriberto dijo...

Ummm...profesora, parecida a Memelowski, ¿No sería mi tía Frígida, digo Brígida?

Me gustó el enfoque que le diste al post, me has dado otra luz con la polisemia de ese cuento.
Un saludo.

A. dijo...

puede ser cualquier tía, en verdad.
Gracias!
A.

Anónimo dijo...

El espectro va más allá de las tías!!! ;)

A. dijo...

Sí Mariela, es verdad.

Kickapú dijo...

Coincido contigo. ¡Qué hueva el realismo mágico!

Akaotome dijo...

Peor fuera que te recordara a Mimoso Ratón.

Scorpivs dijo...

Ajolote No es Renacuajo...?