15 de noviembre de 2006

Momento cardíaco

Para recuperarme de mis preocupaciones escolares decidí salir anoche y comprarme una dona de chocolate con nuez, una hamburguesa con queso y papas fritas (chicas, por favor, ya sabe, el colesterol). Todo por un módico precio estudiantil. Salí a la gato risón y me dirigí al estacionamiento del dietético establecimiento, cuando, de pronto, en medio de mi singular alegría, vi a un hombre que iba en una silla de ruedas motorizada y !oh no! un carro enorme estaba a punto de ponerse la silla de sombrero. El hombre puso la velocidad máxima a su motorizado artefacto y los que estábamos viendo nos quedamos parados esperando no sé qué de la vida con las bolsas grasosas en la mano. El auto 100% texano frenó como en una escena de película 100% hollywoodense y paró justo antes del choque fatal. Se abrió la ventana polarizada y una voz de Clint Eastwood decadente dijo: --Sorry, I didn't even see you. Cerró la ventana y se fue sin más ni más. El hombre terminó de curzar la calle y el resto, viendo que estaba "bien" comenzamos a despejar el espacio.

La persona que manejaba no era un loco adolescente, ni un kamikaze al volante, sino una mujer de entre 75 y 80 años de edad. Efectivamente, una linda abuelita con cabeza de algodón y ojos taciturnos,los cuales no tienen la capacidad de ver más allá de un metro en la oscuridad.

En Houston es común ver a gente muy mayor manejando autos excesivamente grandes y, aunque van a velocidades bajas, han perdido el total control del carro. También es habitual que esta gente cause accidentes graves. Sin embargo, no es de ellos toda la culpa. Muchos ancianos no tienen manera de moverse si no es en coche. ¿Por qué? Pues porque Houston tiene una de las peores redes de transporte público que hay en los Estados Unidos. La ciudad tiene un metro de un metro. Sí, el metro cubre una parte mínima de esta metrópoli y en realidad, existe para que podamos decir que hay un trencito muy mono que va de un parque al zoológico. Autobuses hay más, pero cubren las zonas más grandes de la ciudad y por lo general hay que caminar bastante una vez que te bajas de ellos. Otro punto es el horario, nunca se sabe a qué hora van a pasar.

En resumen, la ciudad no está hecha para los viejos. O se animan a manejar o se quedan en su casa (o en la casa de retiro más cercana)hasta que alguien les pueda hacer el favor de llevarlos a hacer la compra semanal o por un helado al mall. Así es Houston, una de las ciudades con más dinero en Estados Unidos y con más deficiencias de transporte público. Claro,tiene su lógica, la ciudad del petróleo tiene que mover el comercio de la gasolina. De ahí el diseño supersónico de Houston, con esas vías rápidas que anhelan algún día tocar el cielo y que sostienen millones de coches día y noche.

La ciudad sigue construyendo vías rápidas y la venta de autos no para, así que supongo que esta situación no va a cambiar en los próximos años. Supongo que seguiré viendo gente mayor con sus enormes coches manejando por ahí y causando, de vez en cuando, momentos cardíacos como el de ayer. Supongo que la ética es dietética y el colesterol no se asoma por sus venas. Supongo, sólo supongo.

A.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuidado con ese corazón!

A. dijo...

Esperemos que se den menos momentos asi. Gracias por pasar por este blog, Mariela!
A.