27 de mayo de 2008

La imposibilidad de comerse un helado


Cuando se vive en una ciudad en la que caminar es prácticamente una utopía, surgen muchas imposibilidades, una de ellas es la de comerse un helado.
El helado se come en la calle, viendo a la gente pasar, paseando por las calles, husmeando en los rincones de los edificios, cruzando las calles, esperando la luz verde del semáforo mientras se escurren unas gotas de fresa y vainilla por los dedos de las manos. Ir por un helado es el pretexto perfecto para vagar con un dulce sabor de boca. Pero en Houston, ese gusto por el helado me deprime, y es que tengo que ir en el coche hasta la heladería, pedir un cono con una bola de chocolate, y quedarme ahí esperando a que se termine. No hay calles, no hay gente para ver, no hay plazas cerca, no hay más que autos y autos que van de prisa en la autopista. Carezco de mi pretexto favorito para salir a caminar, o tal vez carezco de mi pretexto favorito para ir por un helado. No lo sé.

16 de mayo de 2008

Dos años en el camino de la gatidad



Efectivamente, ayer cumplimos dos años de blog en los cuales comenzamos hablando de gatos y, por alguna extraña razón, seguimos metaforizando con ellos. Y en dos años, en nuestro camino de la gatidad, hemos....

  • Pasado dos navidades con sus años nuevos con toda la algarabía y folclor posibles
  • Hecho nuestras más profundas reflexiones políticas a propósito de las elecciones presidenciales de 2006
  • Perdido maletas más de una vez
  • Viajado, ido y venido, en camiones que cruzan la frontera México-Estados Unidos con música de reguetón y los Tigres del Norte
  • Festejado cumpleaños
  • Hablado de fútbol (nunca puede faltar) y de las bigotonas de Tiziano
  • Viajado hasta el culo del mundo
  • Sacado manos a pasear
  • Caminado por los rincones de Monterrey y andado en auto por los de Houston
  • Arriesgado la vida en los rápidos del Tampaón
  • Disertado sobre nuestra vida laboral
  • Dado clases de español básico
  • Cantado
  • Mudado de casa, de ciudad, de país

….y todo a través de un solo blog.

Así que esperemos que el blog que ya empieza maullar, nos dé más de nueve vidas, para trepar entre árboles, caer paradas, parrandear de noche, no bañarnos y sobrevivir posteando unas letras entre tragos de leche y mordidas de ratón.

¡FELIZ CUMPLEAÑOS!

7 de mayo de 2008

Crónica Minina 1



He de confesar, que he estado ausente de este blog, ya que soy víctima constante del material para ese otro blog minino clandestino que Amira, gatunamente blogueó. Simplemente tengo que confesarlo, y las personas que me conocen personalmente asentirán rápidamente: soy tan distraída, que me convierto en un complot contra mí misma, soy la materialización de la olvidadez humana, el premio al viaje a la luna mental más rápido, y por supuesto, la mejor amiga de Murphy, ese famoso por su divertida y desastrosa ley.

He salido de mi casa por las mañanas con el control de la televisión en la mano al intentar abrir mi coche, o en su defecto con la toalla de baño colgando de mi brazo (hasta ahora, con suerte, vestida). También, suelo dejar tras de mí la puerta abierta de par en par, las llaves en el refri, el yogurt en la alacena. Pero sobre todo, he intentado hablar por teléfono con una tarjeta de crédito en lugar de una tarjeta para hacer llamadas por teléfonos públicos, y con ésta última he peleado para sacar fotocopias.

Con mis antecedentes, es fácil comprender que soy un peligro especial en los aeropuertos. Sufro amnesia maletística, lo cual he descubierto es una enfermedad poco curable. Después de librar la dura batalla de no perder pasaporte, visa, boleto y declaración de aduana, viene mi encuentro con la banda de buffet te maletas. Frente a todas, tan esperadas y similares, me siento confiada de identificar a mi fiel amiga de viaje. Así, en Buenos Aires, tomé a mi querida maleta azulada, montada en ruedas y me dirigí al hotel. Me pareció extraño ver que tenía un candado que yo no había usado al empacar, pero no fue obstáculo, mi jefe luchó contra el metálico vigilante del contenido y me puso frente a mi maleta.

Al abrirla, mi mente en milisegundos soñó un reencuentro con mi cepillo de dientes, shampoo y ropa limpia, pero la descarga de un shock paralizó mi mente. Por mas que busqué, solo encontré libros, ropa de hombre, libros, zapatos, ropa de hombre, y ni rastro de mi cepillo de dientes. Corrí, en taxi , al aeropuerto, al entrar imaginaba al dueño de la maleta furioso, planeando un ataque de tomates contra mí, con el contenido de mi maleta regado por todas las salas de espera, un come-mexicanas distraídas hechas choripanes por completo.

Solo les puedo decir que sobreviví, con la única misión en esta vida de alimentar ese blog minino que me ronda la vida, y con la esperanza de que el FBI no me clasifique, con foto de criminal trasnochada, como un peligro internacional inminente en estos aeropuertos. Lo peor, es que aun tengo material minino de sobra, y en territorios del amor he dado para todo un concierto gatuno, que en otras valentías de blog postearemos.





Las crónicas mininas



Algunas personas, en distintas ocasiones, nos han dicho a Cecy y a mí que les gustan (o no) las "Crónicas mininas" que escribimos, a lo que nosotras hemos dicho gracias (o no), pero también firmamos una fe de erratas en ese instante y agregamos: Es que son crónicas MÍNIMAS, no MININAS. Sin embargo, desde la primera vez que se nos mencionó el concepto, nos pusimos a pensar qué podría ser una crónica minina. Con el tiempo, hemos ido elaborando nuestro concepto de la crónica minina y, un poco sin querer, un poco queriendo, hemos llegado a la conclusión de que las crónicas mininas son aquellas que no podemos narrar en este blog porque:

a) Ridiculizan a las personas que están involucradas en la anécdota o hecho a cronicar.
b) Son nuestros momentos más oscuros.
c) Constituirían una demanda segura si algún lector se reconoce en la crónica (no importa que la justifiquemos con una aseveración como: Los hechos y personajes de esta historia son totalmente ficticios).

Por supuesto, la crónica minina mucho tiene que ver con los gatos y gatas que se han cruzado por nuestro camino y dejan de paso una anécdota que, aunque es digna de contarse, queda para otro blog, el blog secreto, al cual llegan bajo otras huellas. Como podrán darse cuenta, la crónica minina es aún más mínima, más picante y más gatuna (literalmente). Seguramente algún día encontrarán algunos de esos gatunos momentos, cuando eso suceda sólo recuerden: MIAAAAAUUUUU!!!.

5 de mayo de 2008

Almacén Gillespi

He acá algo muy divertido que salió del blog: Almacén Gillespi, del periódico "El Clarín".

Me mordió un libro

La semana pasada se inauguró la 34° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, sin dudas el “gran” evento comercial-literario de nuestro país (en ese orden).
Debo reconocer que cada vez que voy experimento la misma sensación: al rato de estar mirando ejemplares siento una necesidad incontenible de sentarme a escribir, que cesa sólo cuando no encuentro una silla, o cuando voy a la exposición ganadera y me invade la necesidad incontenible de ponerme unas bombachas "batarazas" y una boina.
A menudo el deseo de escribir me sucede en mi casa. Veo una hoja en blanco y me pongo a redactar compulsivamente. Escribo hojas y hojas, que después ordeno cuidadosamente, las doblo cuidadosamente, y las rompo cuidadosamente. Esto responde a algo muy lógico. Las cosas hechas de modo compulsivo por lo general no representan lo mejor de uno (ejemplos muy claros son los vómitos y las diarreas).
Soy, por naturaleza, un ser autocrítico que simplemente gusta destrozar su propio ego, aunque nunca supe dónde radica la razón (creo que se me subió el fracaso a la cabeza). Como dicen muchos artistas, “el sufrimiento alimenta mi arte”. En mi caso es un arte netamente bulímico. Por eso en este artículo me propuse desbaratar esta maldición y, por lo menos, escribir un poema. Aquí es donde hay que diferenciar la poesía contemporánea de la poesía clásica, tradicional. La primera consiste básicamente en escribir cualquier cosa, tratando de dejar en la hoja bastante espacio en blanco, y que nada rime. Un ejemplo rápido:
Flotan... flotan,
las pulgas de mi perro
como magmas en el espacio,
todo abajo de tu falda
pequeño Fermín.
Nota: quisiera agradecer a Luis Alberto Spinetta, por el uso de la palabra magma... y Fermín.
Pero si se trata de poesía tradicional, sólo hay que elegir una serie de palabras asonantes y después completar el resto. Por ejemplo, aquí tienen una serie de vocablos tomados al azar que riman entre ellos: Luis, Ruiz, cuis, lombriz.
Qué grande el flaco Luis,
Con cuerpo de lombriz
y su inconfundible voz de cuis,
Nunca compuso "Natalio Ruiz".
Nota: quisiera agradecer una vez más a Spinetta por haber sido mi única fuente de inspiración.
A partir de esto queda claramente demostrado que la diferencia entre una hoja escrita por mí y una hoja en blanco es que la segunda todavía puede servir para algo. No hay mejor lugar para mis poesías que la bolsa de residuos o, en estos tiempos cibernéticos, la papelera de reciclaje.
Ojalá algún lector tome este artículo como ejemplo y logre convertirse en un gran poeta. Aquí les dejo algunas palabras para que practiquen rimas en sus casas y nos las envíen: fletó, rajó, marchó, Lousteau... Martín... Fermín.

Más allá de toda broma, si pueden, traten de concurrir a la Feria en La Rural porque como bien dijo el vicepresidente Cobos en la inauguración:
"El libro nos acompaña a lo largo de las distintas edades y nos va forjando".

1 de mayo de 2008

¿Y dónde quedó la mente rápida?

Se dice que los mexicanos tenemos una mente muy rápida. Que no hay albur que se nos filtre, que la tenemos clara. Evidentemente, siempre hay excepciones y, en este caso, fue una excepción millonaria.