
Tenía nueve años cuando me mudé por primera vez. Un día Mario y Elena, mis padres, se despertaron con la idea de que 15 años en la misma ciudad era demasiado y que era tiempo de irse a otro lado. Y así fue, en menos de seis meses la casa estaba vendida, las cosas empacadas y nosotros íbamos en un auto con rumbo a Durango.
Esa primera mudanza fue un estress para mí; dejar a mis amigos, mi casa, mi pequeño mundo, era algo casi impensable. Qué iba a hacer si no tenía amigos en Durango? Qué tal que al gato no le gustara la nueva casa y se quisiera ir? Qué pasaría con la gente en Zacatecas? Me irían a extrañar? Elena me dijo que no me preocupara y que todo iba a estar bien. Claro, Mario y Elena tenían para esa época 22 años de casados y se habían mudado 21 veces de casa (Yo nací precisamente en su casa número 21), así que para ellos la mudanza era pan comido.
-Es tiempo de un cambio- dijo Mario- No te preocupes, te va a gustar.
Vaya que me gustó! En Durango conocí a mucha gente, pude estar más cerca de mis tías y algunos primos, salí, conocí la hermosa Sierra de Durango...fue un año muy bueno. Para el siguiente año, cuando Mario y Elena me dijeron que nos íbamos al norte, yo ya estaba hasta emocionada. En 1989 nos fuimos a Mexicali. Ahí la cosa estuvo mejor, fueron 6 meses excelentes. De hecho Mexicali y su frontera californiana me hicieron muy feliz. Para 1990 ya estábamos en Guanajuato. Ahí no me fue tan bien al principio, pero ya instalada no hubo problemas mayores. Estuvimos tres años en Guanajuato, toda la secundaria. Sin embargo, en esa ciudad a Mario y Elena les dio nostalgia -Es tiempo de hechar raíz- dijeron, y nos devolvimos a Zacatecas. Tres años más para mí, el resto de su vida para ellos. Es más, Mario ya casi no sale, su espíritu errante se ha ido apagando. Ya hasta se le olvidó que él y Elena contribuyeron a mi itinerancia. Cómo puedes andar de aquí para allá?- me pregunta. Y yo le contesto: -Pues cómo que cómo???? Se ríe
De Zacatecas a Monterrey, de Monterrey a Barcelona, de Barcelona a Monterrey, de Monterrey a Calgary, de Calgary a Houston. No estuve más de dos años en la mayoría de estos lugares, mis mudanzas se convirtieron en una maleta o dos y la aventura por delante. Cuando llegué a Houston creí que era cuestión de dos años y medio para irme de vuelta con mi esposo a otro lado. -Esto es muy de paso- pensé. Sin embargo, cuando pasaron dos años me dio pereza pensar en una ciudad nueva, en establecer relaciones otra vez, en comenzar de cero.
-Creo que me quiero quedar más tiempo... unos cinco años- le dije a Adrián, quien abrió los ojos como platos.
-Tú? En Houston? Más tiempo?
-Sí, me quiero quedar.
Después de 10 años, 57 roomies, por lo menos 15 departamentos y seis ciudades he decidio parar un poco.
Hoy firmamos las escrituras de una casa. Esta vez me quedo y por primera vez en muchos años, estoy feliz de no tener que empezar una vez más.
Vengan esas llaves que quiero instalarme ya!