26 de junio de 2006

Y los tacos se nos hicieron choripanes

Cuando un Mexicano viaja a Texas, no espera enfrentarse un país distinto, sino con una extensión del suyo, donde se almacena una mayoría latente y muy sonante de latinos, entre los cuales se considera un número fuerte a los mexicanos. No importa si los "gringos" nos ponen muchas trabas al momento de tener en nuestras manos la preciada visa, o si nos hacen esperar 6 horas en la frontera en una fila interminable para nuevamente cuestionar la entrada al país y pedir un permiso adicional.

Texas siempre nos recibe con los brazos abiertos, y viajar por tierra lo comprueba, todos somos iguales, escuchamos las cumbias más taconeadas, comemos doscientos kilos de tortillas por segundo y vamos a la conquista de USA; al fin y al cabo, ellos nos necesitan. Todo está en español, hay claro, otras razas que han puesto su marca en el territorio, pero los mexicanos caminamos a nuestras anchas.

¿Qué mejor lugar para vivir un mundial? Houston se determinaba para ser el lugar con la afición más mexicana; seguro me encontraría con un grupo de "paisanos" que con devoción y amor entonarían las porras mas sonadas para vivir el partido México- Argentina. Seguro me encontraría a alguno de los 29 millones que habitan en USA.

El punto no parecía ser tan grave, era solo un partido de fútbol, y se acabó. Se resumía a 22 hombres corriendo tras un balón y listo, no implicaba el uso de alguna ciencia sofisticada. Pero este dichoso "punto" se convirtió en algo bastante grave cuando me dispuse a ver el partido entre un matrimonio dividido : Amira, mexicana y Adrián argentino. Pero volvemos al punto, ¿que podría pasar? era solo un partido de fútbol.

Así que ahí me encontraba, viendo el partido y la mayoría mexicana entre la cual esperaba entonar abrazada jubilosa mensajes al árbitro, consejos a lavolpe, y cariños a la selección se esfumó. Amira y yo éramos las únicas mexicanas perdidas entre 4 argentinos, 2 españoles y 1 iraní resentido con el marcador 3-1 que le habíamos dejado a la selección del Medio Oriente. En eso un gol mexicano....y no sabíamos si festejar o, por salud física, gritarle "boludo" al portero. Pero el impuso nos llevó discretamente a lanzar un "¡¡¡¡¡¡sí se puede!!!!!!!!", que al final " no se pudo porque perdimos".

En efecto, eran 22 corriendo tras una pelota, y no comprendía por qué estábamos todos sufriendo y esperando el milagro de que el balón cruzara la portería.

"El trabajo es la muerte y el fútbol es la vida"- Dijo Marino, un solidario español que se unió a la poca porra mexicana. Y expresó estas poéticas palabras mientras tapaba la televisión y Adrián presuroso lo quitaba para seguir los movimientos del equipo blanquiazul.

Así que Houston nos hizo vivir a estas dos autoras del presente y humilde blog, el fútbol intensamente, con un marido argentino, un televisor con 22 jugadores, en medio de choripanes y chimichurri.
Y aquí me encuentro... un poco muriendo en el recuerdo de un grito de GOOOL.

ceci

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